Dúos actorales en camino sinuoso
por Beatriz Molinari
“Qué ruido tan triste es el que hacen dos cuerpos cuando se aman”
Calificación: muy bueno.
Córdoba 2009.
Obras de autores varios.
Dirección: Oscar Rojo.
Intérpretes: Paulo Barbariga, Yamile Sánchez, Mariel Bof, Carla Andrea Asís, Patricio Bertone, Nieves Canavesio, Oscar Rojo, Federico Franco, Alicia Alvarado y Julio Ibarra.
1:30.
Sala: Quinto Deva.
Algunas obras de teatro generan una experiencia fuerte en el espectador. Ocurre con el ciclo de obras breves que presenta Quinto Deva los domingos. Una frase de Cernuda da título al recorrido por distintos textos asumidos por dúos actorales. Dice el poeta Cernuda: “Qué ruido tan triste es el que hacen dos cuerpos cuando se aman” y ese disparador se completa con la reflexión sobre los vínculos y las distancias establecidas voluntaria o involuntariamente. “La distancia más corta entre dos puntos es una recta, pero hay personas que prefieren el infinito”, dice el grupo que dirige Oscar Rojo, frase central que se lee en el programa de mano y señalador. En la antesala, algunos textos cuelgan de hilos y el espectador se entera del tono que luego los actores ponen en acción.
Los dúos encaran situaciones difíciles con naturalidad. En algunos casos, uno de los integrantes es quien conduce. Lo hace Mariel Bof en El mal dormir, mientras limpia un baño (real pero oculto a los ojos del público). Su personaje ha dejado una historia de abusos en el pueblo y recibe a su hermana (Carla Andrea Asís). El texto de Sanchís Sinisterra no abunda en detalles. A través de palabras dichas al paso, silencios o imágenes que remiten al pueblo, a la infancia, al padre, al trabajo, con apenas un balde y un trapo, se construye la historia de las hermanas.
Mirar y no tocar , de Santiago Serrano es una parodia de la neurosis de la pareja que se cree observada. Paulo Barbariga y Yamile Sánchez son muy graciosos con sus tics y el juego de la sobreactuación.
Por esa línea y muy divertidos, Patricio Bertone y Nieves Canavesio interpretan La vida, Rosaura, de Susana Gutiérrez Posse. Con humor negro, esos dos que van a casarse, asisten al derrumbe físico. La comicidad oxigena la metáfora.
Otra obra agridulce, Tabataba, es la que protagonizan Alicia “Chacha” Alvarado y Julio Ibarra. Son hermanos en un pueblo, en la tarde de sábado de verano. Discuten, es el vínculo posible entre ellos. Alvarado va y viene a las zancadas, del patio (real y a la vista) donde está su hermano, en la ficción, dedicado en cuerpo y alma a la moto. Va y viene de la sala en penumbra. El equilibrio visual y el ritmo es estupendo. En este caso, la actriz sostiene con su modo de estar en escena, el trabajo aparentemente sencillo de Ibarra.
Por otro camino. Oscar Rojo (también director de las obras) y Federico Franco protagonizan Leve fuerte, fuerte leve, de Ariel Barchilón. El texto se presenta como un contrapunto de los pensamientos y deseos de dos hombres que tienen un encuentro sexual fugaz, durante una fiesta. Sólo dos luces paralelas iluminan a los personajes que hablan sin tocarse ni mirarse. La obra en forma de relato exige precisión para describir la relación casual, insatisfactoria, casi cruel, sin atropellar las imágenes. Los actores prescinden de sus cuerpos, al tiempo que refieren con lenguaje directo cómo debe hacer uno de ellos para obtener un cigarrillo del otro.
El ciclo de obras breves de Quinto Deva permite disfrutar de un concepto escénico claro, cuidadoso, que ofrece con osadía textos muy breves y por tanto, concentrados. En pocos minutos el espectador tiene que cambiar de escenario, personajes e historia. Además, Mariel Bof, Chacha Alvarado y Oscar Rojo brillan como los intérpretes que el teatro independiente suele parir cada tanto. Para verlos, sólo los domingos.
Para disfrutar en serio.
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